Tienes que salir ya.
Estoy pensando que yo mato a muchas personas, lo hago. No se si es la mejor manera de decirlo.
He vivido prácticamente toda mi vida en Lima, experimentando día a día la “vida” dentro y fuera del hogar.
Que yo recuerde jamás me falto nada, no me falta nada. Cuando sales a las calles ves infinidades de personas pobres, infinidades. Hay una canción que me encanta, SOBREVIVIENDO, cuando la interpreta Mercedes Sosa (que en paz descanse) es mil veces mejor, invento un videoclip con los ojos abiertos al tomar un micro hacia Ñaña.
Me preguntaron cómo vivía, me preguntaron;
sobreviviendo, dije, sobreviviendo,
tengo un poema escrito más de mil veces,
en él repito siempre que mientras alguien
proponga muerte sobre esta tierra
y se fabriquen armas para la guerra
yo pisaré estos campos sobreviviendo,
todos frente al peligro, sobreviviendo,
tristes y errantes hombres sobreviviendo,
sobreviviendo...sobreviviendo...
Hace tiempo no río como hace tiempo
y eso que yo reía como un jilguero,
tengo cierta memoria que me lastima
y no puedo olvidarme lo de Hiroshima.
Cuánta tragedia sobre esta tierra,
hoy que quiero reírme apenas si puedo,
ya no tengo la risa como un jilguero,
ni la paz de los pinos del mes de enero;
ando por este mundo sobreviviendo,
sobreviviendo...sobreviviendo
Ya no quiero ser sólo un sobreviviente,
quiero elegir el día para mi muerte.
Tengo la carne joven, roja la sangre,
la dentadura buena y de un sueño urgente,
quiero la vida de mi simiente.
No quiero ver un día manifestando
por la paz en el mundo a los animales,
cómo me reiría ese loco día,
ellos manifestándose por la vida
y nosotros apenas sobreviviendo...
sobreviviendo...sobreviviendo...
Veo al mundo entero tras una jaula de complejos, temores y dudas. Me veo envuelta en el, me veo atada con el, estoy harta de la crítica pesimista y de aquella que busca temas obvios, hipócritas y fríos. Quiero creer que mis ideas son buenas pero yo no soy buena.
Por favor lean esto con atención.
No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, y en cambio aquello que odio es precisamente lo que hago. Pero si lo que hago es lo que no quiero hacer, reconozco con ello que la ley es buena. Yo se que en mí, es decir, en mi naturaleza de ser humano, no hay nada bueno; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer.
Día a día quiero ayudar a los demás, a los más necesitados sobre todo. Quisiera tan solo acercarme y hacerles sentir que no están solos, porque pienso que la soledad es una cosa muy triste. Deseo acercarme y hablarles, hacerles sentir felices, no quiero ser radical y de golpe hacerlos ricos, ni con